John David Barrientos Rodríguez
Se trata de un rostro en tierra que ahora vive, sufre, ama, se enfada, lucha y quiz? se halla desolado, despose?do, abandonado, acusado, asechado por la desesperaci?n... Nunca cabr?a ante los otros, en ning?n sentido, una negaci?n que atreva un mal posible. Por el contrario cada rostro en tierra invoca que todo de m? sea un posible no mal. Esto me revela a su vez la situaci?n deudora de mi acci?n patentizada como un requerimieto. De ah? que a precio de mi justicia y totalizaci?n del otro no quepa el juicio que ultima: matar. As? el rostro en tierra es una llamada continua de la manifestaci?n de los otros y, en nuestro caso, una determinaci?n propia ante la barbarie: haber negado a fuerza de disparos que un rostro en tierra no significa apertura a la condici?n de manifestaci?n de ese otro que apost? su vida por el cuidado familiar.