René Antoine Ferchault De Réaumur / José María Gómez Durán
Los caminos no sólo son reconocibles por las hileras de viajeras que los recorren, lo son también por ellos mismos, porque parecen estar desgastados. A fuerza de ser pisados, incluso por pequeñísimas patas, se hacen más lisos y, como sucede comúnmente, cuando cruzan un jardín pueden distinguirse muy fácilmente de su entorno porque la hierba en ellos es menos densa y sus briznas están más separadas las unas de las otras. Plinio98 pretende que las hormigas, como resultado de pasar y volver a pasar, desgastan las piedrecillas que encuentran en sus pistas. Cita realmente este hecho como ejemplo de lo que puede lograrse por acciones muy repetidas, no importa cuán insignificantes puedan parecernos a nosotros. Este ejemplo, sin embargo, no es tan concluyente como el ofrecido por las piedras de nuestros propios umbrales, en lugares mucho más frecuentados. Es más seguro que el roce de nuestros zapatos pueda a la larga ahuecar piedras grandes, que no la pata de las hormigas producir ese efecto en las piedrecillas*. 10