Alejandro Alcalá
“En un mundo donde la información fluye a un ritmo vertiginoso y las tecnologías parecen desplazar las viejas costumbres, los libros siguen siendo anclas, refugios y guías. Son como faros en la niebla, proyectando luz en medio de la incertidumbre, ofreciendo orientación a quienes buscan respuestas, consuelo o inspiración. A lo largo de la historia, han sido compañeros de viaje, testigos silenciosos de revoluciones y guardianes de la memoria humana. Su relevancia no ha menguado con el paso de los siglos, ni siquiera ante la vorágine digital. Al contrario, persisten como artefactos esenciales, como vasos comunicantes entre épocas y culturas.Los libros no son solo objetos físicos ni meros contenedores de palabras. Son puertas hacia mundos desconocidos, ventanas al alma humana, ecos de civilizaciones que ya no existen. Han sobrevivido incendios y censuras, guerras y olvidos, porque su naturaleza es obstinada: persisten cuando todo lo demás se desvanece. En un monasterio medieval, en una librería de viejo en París o en una biblioteca digital del siglo XXI, el acto de leer sigue siendo un pacto silencioso entre el autor y el lector, un diálogo entre tiempos y conciencias.”Alejandro Alcalá