Iago López Sagüés
1914. En un pueblecito de montaña vive Angélica, quien a sus treinta años es todavía una mujer ilusa y soñadora. Ha vivido siempre a la sombra de su madre, doña Pilar, y al amparo de la prosperidad que esta supo labrarse. Pero la vida de Angélica dará un vuelco cuando doña Pilar, ya moribunda, le exija el cumplimiento de su última voluntad: quiere que exhume y aleje los restos de un grupo de soldados franceses, muertos un siglo atrás en una batalla cercana, que fueron enterrados por los vecinos en una fosa común en el pueblo. La anciana teme que, debido a la cercanía de esos restos que considera de hombres condenados al fuego eterno, se pueda contaminar su propia alma cuando la entierren, evitando así el camino hacia su salvación.Angélica se verá arrastrada a una lucha contra el tiempo que le queda a su madre de vida por dar con la solución al problema que la llevará por una senda imprevisible entre vivos y muertos. 10